Hablamos de innovación, de tecnología, del Internet de las cosas y de los objetos, de lo digital, de Smart Cities… Pero innovar requiere, en una sociedad de profundas y rapidísimas transformaciones, una nueva forma de observar y analizar, una propuesta diferente de medición, pues lo digital tiene otras reglas que debemos adaptar a este nuevo contexto.
Las tendencias apuntan incluso a la necesidad de pensar en “Blended”, aportando valor desde la viejo y lo nuevo, desde lo off y lo on, buscando la convivencia de lo tradicional y las nuevas tecnologías. Se habla de Modernidad Líquida. La llegada de lo digital, las innovaciones disruptivas y la liquidez de las nuevas estructuras en organizaciones sociales, políticas, económicas… obligan a pensar y a actuar con otros parámetros. Es una sociedad donde el cambio, la incertidumbre o el reto continuo despiertan miedos. Tecnología y personas son un binomio cada más consolidado, no se piensan uno sin el otro. En este contexto, cómo definimos y reglamos el nuevo sistema de relaciones sociales, económicas, políticas, culturales, digitales… El proceso de socialización debe responder a una pregunta que subyace: cómo cazamos la puesta en valor de las personas, su talento, sus capacidades y humanidad y la evolución de la tecnología.